jueves, 12 de febrero de 2009

Honor a quien honor merece.

Hoy es uno de esos días de sútiles matices. El clima está igual que ayer; ya sabemos: "Febrero Loco". Los pendientes siguen latentes, como ayer. La Ciudad de México está llena de tráfico y "esmog", como lo ha estado probablemente durante los últimos 20 años. Las rutinas, los espacios, los tiempos; todo sigue igual. Y sin embargo, hoy todo se ha sentido... bien.

Y no es que yo sea un depresivo a quien los estados de armonía le generan un efecto balsámico. Es sólo que hoy me he sentido bien y he estado consciente de ello.

Alguna vez leí o escuché que en esos momentos de bienestar la actitud de gratitud hace maravillas para el alma. He decidido intentarlo. Pero no para conseguir nada en especial. Hoy siento que simplemente... me nace.

Isra y Ek son mis amigos. Recientemente, el primero y yo caímos en la cuenta de que llevamos casi 10 años de conocernos. Tengo 24. De entrada me doy cuenta de que es casi la mitad de mi vida; sin duda la mitad más intensa. Las dos amistades comenzaron de forma indirecta: a uno me lo presentó otro buen amigo; al otro, las circunstancias me obligaron a buscarlo al ser una de las pocas caras conocidas en un ambiente para mí nuevo y hostil. Aunque debo decir que ninguna fue de esas amistades a las que hay que "pedalearles"; en ambos casos encontré solaz inmediato, gratuito.

Cientos de horas de cine, el equivalente al doble (por lo menos) de esas horas de conversaciones, miles de risas, bromas estúpidas pero increíblemente divertidas, corazones rotos y remendados, derrotas abyectas y victorias épicas, estados de conciencia alterada, viajes memorables, barbacoas de aniversario, cambios inevitables y una larga lista de etcéteras. No con cualquiera se pueden compartir todas estas cosas y que el medidor siga contando como si nada; sin perder el interés.

Una de las cosas que he encontrado más difíciles en estos 24 años ha sido precisamente el encontrar, y sobre todo mantener, amigos de verdad. Estos dos de los que les hablo hoy se han mantenido a mi lado; a pesar de la distancia (en tiempo y espacio) siguen estando ahí. Exactamente como el clima, los pendientes, el tráfico, el "esmog", las rutinas, los espacios y los tiempos.

Sé que no lo digo muy seguido. Aún más allá. Sé que a veces actúo como si se me olvidara todo esto que acabo de escribir. Es por eso que hoy, mi actitud de gratitud la quiero dedicar a esos dos. Me conocen tan bien que sé que saben que a veces simplemente me entran sensaciones como la de hoy. Ni modo, clavado e intenso sí soy. Y yo, los conozco tan bien, que sé que son capaces de ofrecerme destilados anti-vampiros y al mismo tiempo responder a la cruda realidad de la mañana siguiente y conseguirme boletos para Radiohead.

Gracias amigos... los quiero.
(Esto va también para el buen Hugo "Strayhorn")

No hay comentarios:

Publicar un comentario